viernes, junio 09, 2006

La torre.

Faltan tan solo tres escalones y llegas” trataba de pensarlo tal como lo había sentenciado mi mente hace medio segundo atrás. Por alguna razón que desconozco el aire comenzó a faltarme y acelerando el ritmo cardiaco trate de absorber cual esponja la mayor cantidad de aire en el menor tiempo posible. Fracasé. No había aire.
Ahora que lo pienso quizás nunca lo hubo. Quizás solo pretendía su existencia porque estabas al lado mío. Pero ya no estas. Entonces ya no hay mas aire.
¡Tan solo tres escalones para llegar!
Te fuiste y me caí tres escalones mas abajo.
Las paredes angostas me atemorizan tanto que creo que ni seré capaz de arrástrame hasta llegar abajo.
Simplemente no puedo creerlo. ¡SOLO TRES! ¡SOLO TRES Y LLEGABA!
AHORA SON SEIS, SEIS, SEIS.
Me duermo. Me despierto. Me masturbo y prendo un cigarrillo, pero no puedo subir. Entonces rezo por alguna razón descabellada. Dios no me escucha. Dios no está. Dios nunca estuvo. En momentos de desesperación solicito con alaridos desalmados su presencia.
Pero, claro, por supuesto: nadie responde.