Todos somos aerolíneas.

-El nene no me come. No se quiere bañar y no ordena su cuarto. No me habla y esta todo el día afuera. Viene solo para manguearme o para que le compre un profiláctico anfetamínico.
-Dígame, señora, ¿qué hora es?
-Y no solo eso, le compro ropa y me la desprecia. Se viste de manera tal que todos piensen o comenten que es un indiscutible demente. Necesita la luz del Señor para que lo encarrile.
-Sin duda alguna. ¿Qué hora es?
-Ni te cuento de sus amigotes... Parecen un calco de él.
-Claro, claro. ¿Qué hora es?
-Las 7.09.28 del mediodía.
-Gracias.
-Esta bienvenido.
-Bueno, tengo que ir a coserle la válvula suprarrenal a la pecera de la tarántula de Edmundo. [Rompe el longplay de Los Parchis, se inyecta heroína y salta cual renacuajo en celo.]
La mujer no puede comprender su conducta por lo cual se limita a seguir analizando el nuevo pezón de "La Cardone" mientras esparce mayonesa, bijouterie de alta costura y constantinopla sobre su orificio neoyorquino.